Por Adriana Schmorak
Es una película sobre los prejuicios y estereotipos que padece la sociedad americana, reflejados en su producción literaria y cinematográfica.
La historia trata sobre un brillante escritor negro, Thelonious “Monk” Ellison ( Jeffrey Wright) quien sostiene durante toda su carrera una calidad literaria excepcional pero no logra vender masivamente sus libros, hasta que descubre que una escritora de su mismo nivel, Sintara Golden, obtiene gran éxito vendiendo literatura basura. Los libros de Sintara se venden como pan caliente, gracias a personajes afro-americanos completamente estereotipados, al gusto de la población WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant).
Monk decide experimentar con ese mismo género literario y le entrega a su editor, a manera de broma, el original de su última producción . Para su sorpresa, las editoriales se pelean por publicar el libro e, incluso, ofrecen convertirlo en guion cinematográfico.
« Ficción Americana » es una comedia dramática que juega con la ironía y el doble sentido todo el tiempo, un poco al estilo Woody Allen. La parodia, incluso de sí mismo, está a la orden del día.
Hasta el título tiene un doble sentido : se refiere al género literario ficcional escrito por autores americanos, pero también se refiere al sueño americano como algo ficcional.
Si no, cómo se explica que a lo largo del siglo XX y XXI, tantos artistas negros hayan sido galardonados con el premio Oscar en los rubros de mejor actor y mejor actriz, pero ninguno en el de mejor director.
Spike Lee obtuvo un Oscar honorario y otro como mejor guionista en 2018 y Denzel Washington, dos Oscars como mejor actor.
La población norteamericana quiere consumir historias sobre negros con mucho « lenguaje de alcantarilla » como dice uno de los personajes. Pero no quiere verse reflejada en esos personajes y sus historias de vida. Porque entonces tendría que admitir que somos todos muy parecidos con conflictos similares.
La realidad refuta la hipotética diferencia de naturaleza entre personas de diferentes etnias. El entorno familiar y afectivo de Monk, lleno de amor pero también de discusi, traiciones, celos y envidias, donde por ejemplo, Agnes no quiere asumir que su hijo Clifford es homosexual mientras que consiente en continuar casada con un hombre que lleva una doble vida, o la novia de Monk, Coraline, que expresa abiertamente alegrarse de no ser blanca y consume cualquier libro que encuentra por los estantes de las librerías, sea de calidad o no, solo por el hecho de haber sido escrito por un autor negro y con personajes de la misma etnia, demuestra que los prejuicios y la inclinación a estereotipar y discriminar al diferente y a veces, incluso, a sí mismo, es un conflicto intrínsecamente humano, que puede ser observado en cualquier lugar y en cualquier sociedad, sin importar sexo, raza o religión.
Hay particularmente dos escenas que explican muy bien cómo se estructura el poder en el sistema político y social americano actual. La más evidente consiste en un plano general de la sala de reuniones de un jurado literario, donde se aprecia el conjunto de cinco jueces debatiendo sobre a qué libro otorgarle un premio.
Formando parte del jurado, podemos contar tres hombres y dos mujeres (primer problema: la mujer es minoritaria en los puestos altos donde se toman las decisiones).
Los tres jurados caucásicos están sentados de un lado de la mesa mientras que, en oposición, se encuentran los dos jurados negros: segundo problema: los afro-americanos son minoritarios en el conjunto de la sociedad americana y en las posiciones de poder y además, opuestos a los blancos.
Entre los hombres solo hay un homosexual (tercer problema: los géneros no binarios se encuentran prácticamente solos a la hora de tomar decisiones de peso).
Pero hay otro problema adicional: a la hora de tomar la decisión final, la que se pone de pie y escribe en la pizarra (de loza blanca, dicho sea de paso) el título de la obra ganadora, es decir, la que toma la iniciativa de ponerse sobre sus pies y pronunciar la última palabra es la mujer caucásica (como si no fuera suficientemente evidente, alta y rubia, además ) mientras que Sintara, aunque posee capacidades similares a las de Monk, termina sometiéndose a la opinión de su colega hombre sin estar, ella misma, del todo convencida de su propia decisión.
Aquí el director hila un poco mas fino y nos dice que la sociedad americana permitió a sus mujeres blancas emanciparse, pero no hizo lo mismo con sus mujeres afro-americanas.
Qué diferente sería todo si pudieran trabajar en equipo, valorando las capacidades y el potencial (que tanto desvela a Monk) de propios y ajenos, en aras de un objetivo común.
El final del guion de Thelonious es abierto porque nadie conoce el futuro. Ni el mismo que lo escribe. Es el “principio de incertidumbre” que todos tenemos que soportar en nuestra vida diaria. ¿Acaso queremos tener que soportarlo también en el cine?, parece preguntarnos la película. Cuántas veces le hemos escuchado decir a alguien: “ si es para pensar, prefiero no ir, al cine solo voy a divertirme”.
A Wiley (Adam Brody) no le gusta un final feliz donde la pareja protagónica se reencuentra para zanjar sus diferencias, algo que sería por demás necesario en un mundo violento como el que vivimos. A Wiley le parece cursi, demasiado “romántico” más propio de una comedia.
Pero un final espectacular con mucha violencia explícita de parte de hombres del FBI asesinando a mansalva y sin darle siquiera un segundo de tiempo para defenderse a un ciudadano negro, ese sí es el final que Wiley quiere para su película, un final que le dará millones, porque ese es el final que quiere el público americano y el que recibe todos los días, como una droga en las venas, cuando mira las noticias por televisión.
Pero como se trata de un relato enmarcado: el libro dentro del libro, la película dentro de la película, nos falta el final de Ficción Americana de Cord Jefferson. Monk sale del set donde lo espera su hermano Cliff, con quien por fin parece entenderse mejor. El auto último modelo, descapotable y rojo, se detiene algunos segundos y vemos un plano /contraplano de Monk y un actor negro vestido con ropas sencillas y un sombrero de paja.
Se miran. Probablemente el actor esté allí descansando de una larga jornada de trabajo, en la que interpreta a un esclavo del siglo XIX para alguna de las tantas producciones hollywoodienses.
La cámara nos deja suspendidos en el aire, en un gran plano general del auto alejándose en dirección hacia el horizonte mientras el actor continúa en el mismo sitio, con sus mismas ropas de pobre esclavo de épocas pasadas.
Tal vez sea ese el futuro que nos espera. No solo un futuro en el que se agudicen las diferencias entre pobres y ricos, sino peor aún, un futuro en el que todos volvamos a la ultra pasada esclavitud del siglo XIX, pero esta vez con ropas modernas, como el auto descapotable rojo de Cliff.
Una esclavitud distinta aunque más terrible y perversa, que nos hará creer que somos libres porque poseemos bienes lustrosos y modernos, pero viviendo en un mundo donde no podremos expresar lo que pensamos y sentimos.
Donde nuestros libros no serán leídos, a menos que contengan un sinfín de prejuicios y estereotipos arraigados y marcados a fuego en la mente de los consumidores de literatura y cine “basura”.
Sin cultura y arte estamos condenados a la peor de las esclavitudes, parece decirnos una de las mejores películas de 2023, aunque solo haya ganado el Oscar 2024 a Mejor Guion Adaptado.
“Ficción Americana” está disponible en la plataforma Amazon Prime Video
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