Título original: Sound of Metal
Dirección: Darius Marder
País y Año: Estados Unidos, 2019
Duración: 120 min.
Por Adriana Schmorak Leijnse
El sonido del silencio (Sound of Metal) es una película
estadounidense dramática de 2019, dirigida y co-escrita por Darius
Marder y protagonizada por Riz Ahmed (Ruben Stone), Olivia Cooke (Lou),
Paul Raci (Joe), Lauren Ridloff (Diane), Mathieu Amalric (Richard
Berger) y Chealsea Lee (Jenn). Relata la historia de un baterista de
heavy metal que pierde progresivamente el sentido de la audición.
El
filme fue estrenado en el Festival Internacional de Cine de Toronto el 6
de septiembre de 2019. Recibió seis nominaciones a los premios Óscar
2021 y logró ganar dos: por mejor edición y mejor sonido.
Sinopsis:
Ruben Stone (Riz Ahmed) es baterista
del dúo de heavy metal Blackgammon, junto con su novia y cantante, Lou
(Olivia Cooke). Viven en una casa rodante mientras realizan conciertos a
lo largo de los Estados Unidos.
Rubén descubre que está perdiendo la
audición y consulta con un médico para que le realice un diagnóstico.
El médico descubre que Rubén solo puede distinguir entre el 20 y el 30
por ciento de las palabras que escucha y su audición se deteriorará
rápidamente; además, aunque los implantes cocleares puedan beneficiarlo,
su alto costo no está cubierto por el seguro. El médico sugiere que
Rubén elimine toda exposición a ruidos fuertes y luego se someta a más
pruebas, pero Rubén lo ignora. Además, el baterista es un adicto a las
drogas en recuperación.
Lou se entera de la condición de Ruben y quiere dejar de actuar por
su seguridad, pero él quiere continuar. Lou encuentra un refugio rural
para adictos sordos en recuperación que acepta a Ruben, dirigido por un
hombre llamado Joe (Paul Raci), un alcohólico en recuperación que perdió
la audición en la guerra de Vietnam.
Ruben comienza a conocer a los
otros miembros del refugio mientras asiste a las reuniones y se instala
en su nueva vida. En la clase de Diane comienza a aprender el lenguaje
de señas. Joe le pide a Ruben que escriba sin cesar, en un esfuerzo por
hacerlo sentir cómodo con el silencio, y le confía que él mismo hará lo
mismo simultáneamente. Ruben comienza a conectarse con los niños y el
resto de la comunidad. Les da a los niños y a Diane lecciones básicas de
percusión.
Hasta ahora, la estadía de Rubén ha sido patrocinada por
una iglesia. Joe le ofrece una forma más permanente de quedarse, como
empleado de la comunidad, y le dice que lo piense. Pero él no quiere
quedarse, entonces consigue que su amiga Jenn (Chelsea Lee) venda su
batería y otros equipos de música, luego vende su caravana y usa el
dinero para una cirugía de implante coclear. Ruben le pide a Joe que le
preste dinero para volver a comprar su caravana, mientras espera la
activación del implante. Joe se niega, comentando que Ruben parece y
suena como un adicto. Con el corazón roto, Joe le pide a Ruben que
abandone la comunidad, ya que se basa en la creencia de que la sordera
no es una discapacidad, no es algo que hay que reparar.
Los implantes
permiten que Ruben escuche, pero el sonido de ellos está muy
distorsionado y esto interrumpe sus intentos de recuperar su antigua
forma de vida. Ruben vuela para encontrarse con Lou en la casa de su
adinerado padre, Richard (Mathieu Amalric), en París, y Ruben allí
descubre que sus implantes no le permiten escuchar música como solía
hacerlo. A la mañana siguiente, Ruben toma sus cosas y se va mientras
Lou todavía está durmiendo. Molesto una vez más por la distorsión, se
sienta en un banco y se quita los procesadores de sus implantes,
sintiéndose cómodo con el silencio.
El director y sus fuentes:
El director Darius
Marder creció en Conway, Massachusetts con sus padres y cuatro hermanos.
Sus padres, Lauri y Efrem Marder, ambos artistas de Nueva York,
vivieron de acuerdo con las enseñanzas del filósofo y místico ruso
George Gurdjieff. George Gurdjieff nació a finales del siglo XIX en la
Armenia del entonces Imperio ruso, su principal obra fue dar a conocer y
transmitir las enseñanzas del cuarto camino en el mundo occidental. Una
personalidad misteriosa y carismática, con un agudo sentido crítico, y
una elevada cultura tradicional, acaparó la atención de muchos,
guiándolos hacia una posible evolución espiritual y humanitaria.
La
familia de Darius vivió en Conway con unos 35 seguidores de Gurdjieff,
lo que Marder ha descrito como una "experiencia hermosa". La doctrina
del cuarto camino se origina en diversas tradiciones (budismo, sufismo,
hinduismo, cristianismo ortodoxo oriental), en la teosofía y en la
masonería rusa del siglo XIX. Su filosofía asegura que existen tres
caminos: el camino del fakir, el del monje y el del Yogi. Más allá de
estos tres caminos, hay un cuarto camino o cuarta vía, una doctrina
metafísica, cosmológica y filosófica, de orientación idealista.
El
cuarto camino se basa en la creencia de que el ser humano necesita un
procedimiento o sistema para despertar (a través del autoconocimiento,
atención consciente del entorno, y sobre todo «el recuerdo de sí»).
Dentro de esta doctrina se reconocen otros tres caminos, pero no son
prácticos dentro del modo de vida actual. Según indican las escuelas del
cuarto camino hoy día, hay un tipo de camino para cada tipo de persona y
el sentido es encontrar la parte olvidada de sí mismos; en pocas
palabras despertar del sueño, de la mal llamada consciencia de vigilia
en la cual se está inmerso, que no es más que otra forma de sueño.
El
cuarto camino requiere que la persona trabaje sobre el intelecto, las
emociones y el cuerpo físico. Además de las doctrinas de Gurdjieff,
Darius bebió de otras fuentes, por ejemplo, del conocimiento de su
bisabuelo, quien se crió en una comunidad judía ortodoxa en Austria y
sobre todo, Darius era particularmente cercano a su abuela paterna,
Dorothy Marder, quien tras tomar un antibiótico por un ataque de
pancreatitis, quedó profundamente sorda. Su repentina sordera tuvo un
impacto significativo en Darius. De todas estas fuentes el director tomó
ideas para su película.
Análisis del filme:
El sonido del metal se
refiere al sonido de la batería, al comenzar el filme, mientras que,
hacia el final remite al sonido metálico de las campanas de la iglesia,
el último sonido que el baterista escucha antes de quitarse los
audífonos. A estos dos sonidos metálicos se refiere el título. El ruido
de las máquinas, del tren, de la industrialización, el ruido de la era
moderna y contemporánea se caracteriza por el sonido metálico. La
sociedad actual se encuentra alienada.
Rubén y Lou fueron rechazados
por sus familias y por ello descargan esa furia y esa frustración en la
música, que no es más que golpear con furia la batería y gritar palabras
contra el mundo al micrófono. Esa música alternativa y el rechazo de
sus familias los mantienen unidos. Pero no el amor, ¿o tal vez sí?
Después veremos que Ruben quiere continuar la relación, pero a Lou ya no
le interesa.
El baterista queda sordo, perdiendo el 75 % de su
capacidad auditiva. Rubén es recibido en un centro religioso que enseña a
personas hipoacúsicas, el lenguaje de señas. Es un centro que recibe
ayuda de la Iglesia, y Joe, su director, es un hombre de fe cristiana.
Allí Rubén había conseguido un lugar de pertenencia. Lo que liga a estas
personas no es el odio y la frustración, sino el amor y la aceptación
de Dios a pesar de sus pesares. Aprenden a ver la vida no como un cúmulo
de desgracias sino como la oportunidad de aprender a “escuchar” el
silencio. “¿Alguna vez tuviste un minuto de paz en tu interior?” le
pregunta Joe a Rubén.
Pero Rubén no quiere aceptar su situación
actual. Para recuperar esa capacidad auditiva pide cita con una
especialista con el fin de que le practique una cirugía coclear, ya
sabiendo que quedaría dependiente, de por vida, de un audífono de última
generación, que conecta el oído directamente con las centrales del
cerebro. Es un aparato que engaña al cerebro haciéndole creer que el
oído funciona. El problema para Rubén fue que ese sonido le llegaba en
forma de un espantoso retumbo metálico, como el de la batería otrora
tocada por él. Todo el mundo de pronto se comenzó a escuchar
entrecortado y mecánico.
Un poco como el Silencio de Dios
bergmaniano, donde Dios no se comunica a través de las iglesias y los
párrocos sino directamente con cada uno de nosotros, a través de los
elementos de la naturaleza, a través del amor. Aunque no se escuche la
respuesta a nuestros rezos y plegarias con palabras, se siente su
presencia. En “Los Comulgantes” o “Luz de Invierno” (Ingmar Bergman,
1962), y según palabras de Raquel Wasserman en su libro Filmología de
Bergman, un párroco luterano atraviesa una crisis de fe y descarga en
sus acólitos sus propias dudas agobiantes y obsesivas sobre si Dios
realmente existe o es un invento de los hombres para dar un sentido a
sus vidas. “El sacerdote descree de su misión de fe evangélica. La
cuestiona porque está dedicada a un Dios silencioso y por ello mismo
desconocido...”.
Pero el Padre Tomás encuentra la respuesta: hacia el
final “pregona: _porque todo es Dios... la luz del sol, los pájaros,
las flores! ¡En la naturaleza toda, en todas partes está Dios!”. Para el
filósofo judío-holandés Baruj Spinoza, admirado por Bergman, “los
atributos de Dios son infinitos, ya que Dios mismo lo es (...) la
Naturaleza en todas sus manifestaciones, son manifestaciones de la
existencia de Dios. Al abrirnos con amor a todo y a todos, estamos
amando a Dios.”(1)
A pesar de sus evidentes avances, el
baterista no logra resignarse a su suerte. No cree en Dios ni en el
destino, ya no cree en sus semejantes. Solo quiere recuperar su vida
pasada, con un fuerte apego a personas conocidas y a cosas materiales,
por eso Joe le dice: “para nosotros la sordera no es un problema que
tenemos que resolver” y “te comportas como un adicto”. Al ver que el
baterista no lograba valorar el amor y la dedicación recibidos en el
campus, ni renunciar a su vida pasada, lo expulsa y le prohíbe regresar
(casi parece una escena del Antiguo Testamento, tomado del Génesis,
cuando Dios expulsa a Adán y Eva del paraíso).
El baterista no llegó a
comprender el sentido profundo y mistérico de su sordera. Entonces
decide creer en la ciencia, en el positivismo de un mundo lógico, pero
sin mística, se opera y lo único que logra escuchar como consecuencia de
la cirugía son sonidos metálicos. Como si esto fuese poco, pierde a su
novia (su amor de toda la vida) y ya no puede volver al centro para
hipoacúsicos en donde le habían enseñado el lenguaje de señas (así como
la educación, la amistad, el sentido de comunidad).
Y así es como
vivimos todos nosotros, nos dice el director a través del sonido y la
imagen. Vivimos en un mundo lógico, regido por la ciencia, pero en
realidad quedamos sordos a los sonidos de la naturaleza y al silencio de
un dios panteísta, que nos habla a través del silencio.
Aquí es
donde entra el cuarto camino de Gurdjief, un camino que el individuo
tiene que buscar por sí mismo y que es sólo para él. No hay una doctrina
acerca de lo que está bien o no hacer, sentir o pensar en la vida, sino
que ésta es un camino arduo, difícil, pero único para cada individuo.
Joe encontró su camino fundando un centro para hipoacúsicos, ayudando al
prójimo en base a la fe cristiana. Lou encontró su camino
reconciliándose con su padre y cambiando radicalmente su música (el dúo
que canta con su padre no tiene nada que ver con los gritos desesperados
de sus presentaciones en los Estados Unidos). Rubén se despojó de todos
sus bienes materiales para poder pagar su cirugía, perdió su lugar en
la comunidad de hipoacúsicos y perdió a su novia.
Ni siquiera le
funcionó la cirugía sobre la cual él había puesto todas sus esperanzas.
Finalmente se sienta en el banco de una plaza, se queda unos minutos con
la vista fija en una iglesia, cuyas campanadas emiten para él un sonido
insoportablemente metálico, se quita el audífono y por fin llega el tan
ansiado silencio. Observa al sol poniente, el sol parece comunicarse
con él de alguna forma que no escuchamos ni llegamos a comprender. El
sol poniente, uno de los dioses de la antigüedad, especialmente en la
religión de los antiguos egipcios, daba paso a la oscura y fría noche,
que es la muerte del día.
En el arduo camino de Rubén, la iglesia no
le da la respuesta que él necesita; en un banco de plaza, mirando al sol
poniente, en un silencio total, halla el lugar donde logra sentir por
un instante la paz interior. El astro sol despierta en él una conexión
interna, resuena una voz sin necesidad de “escuchar” en su sentido
funcional y físico. La imagen se corta antes de que el sol atraviese la
línea del horizonte. El final queda abierto.
Tal vez sea que, como
decía Spinoza, Dios está en todo, en la Naturaleza, y no se encuentra en
una iglesia construida por los hombres. Cómo resuenan las palabras de
Spinoza, retomadas por Bergman, en ese mirar del baterista al sol,
fuente de luz y calor imprescindibles para la existencia, sus oídos
entonces sumergidos en el más absoluto silencio. Por fin logra
experimentar aquel minuto de paz del cual hablaba Joe, el director del
campus.
Cabe hacer notar el trabajo magistral del director de sonido,
ya que en varios tramos de la película escuchamos los sonidos, los
ruidos y los silencios que sólo el protagonista escucha. A esto se le
llama “sonido interior”, pues sólo es escuchado por él de esa manera,
aun cuando la fuente sea externa. Los sonidos diegéticos y
extradiegéticos ( los que pertenecen o no a la trama) son los más
comunes en la mayoría del cine clásico. Pero lo que prima en esta
película son los sonidos (y silencios) interiores y subjetivos. Esto es
muy importante porque no importa de dónde proviene la fuente, lo
importante es que, así como cada uno sigue su propio camino para
alcanzar sus metas, cada oído escucha un sonido o un ruido diferente,
aunque en primera instancia parezca el mismo para todos.
Notas:
-1 Wasserman, Raquel. Filmología de Bergman. Editorial Fraterna. Bs As, 1988, pags. 71-72
BIBLIOGRAFÍA:
Wasserman, Raquel. Filmología de Bergman. Editorial Fraterna. Bs As, 1988
Darius Marder - Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Darius_Marder
George Gurdjieff - Wikipedia, la enciclopedia libre
Sonido | Análisis fílmico (uji.es)
CINE Y PSICOLOGÍA: EL SILENCIO (Tystnaden, Ingmar Bergman, 1963): El arquetipo del animus. Eros y Logos. (cineypsicologia.com)
La Audiovision (wordpress.com)