Por Carmen Pineda

El cine finlandés no es solo Aki o Maki Kaurismáki, aunque, indudablemente, sean los dos directores más internacionales de aquel país. Existen otros realizadores notables como es el caso de Klaus Härö, autor de “La clase de Esgrima”, película que fue nominada al Globo de Oro en 2016. Con “El artista anónimo”, el director finlandés Klaus Härö vuelve a posicionarse a nivel internacional ya que ha sido candidata a los Globos de Oro de este año.
“El artista anónimo” es un film que narra la vida de Olavi (Heikki Nousiainen), un viejo comerciante de obras de arte, a punto de retirarse. Su vida es más bien triste porque a lo largo de los años ha abandonado a su familia, privilegiando su pasión por el arte. Pero su vida va a dar un vuelco con dos hechos, uno de tipo familiar y otro profesional, que se van a entrelazar.
Por un lado, Olavi descubre, en una subasta, una vieja pintura medio abandonada. Su instinto comercial le dice que está ante algo grande. Decide ponerse en marcha para comprar el cuadro, lo que aseguraría su futuro económico. Al mismo tiempo, aparece en su vida su nieto adolescente, Otto, enviado por su madre Lea, a quien Olavi no ha visto desde hace años. Abuelo y nieto, pasados los primeros momentos de desconfianza, se sumergen en una ardua investigación para descubrir la autoría del cuadro. Olavi no ha fallado en su instinto puesto que la obra tiene, en efecto, una gran valía, lo que le acarreará problemas con la casa de subastas. El acercamiento a su nieto le hará, a la vez, replantearse su relación con la familia.
“El artista anónimo” es un film interesante, bien rodado y con un guion que mantiene un equilibrio entre el aspecto más íntimo de los personajes y el complicado mundo del arte y de las casas de subastas. A pesar de la melancolía, la historia es, sin embargo, esperanzadora porque demuestra la importancia del afecto familiar y del alma de las personas. Y, sobre todo, la posibilidad de una última oportunidad para redimirse, como hará el protagonista, gracias, en gran parte, al arte.
Rodada en escenarios más bien sombríos, de interiores como la vieja tienda de arte del protagonista o las calles oscuras de Helsinki, la película se abre hacia el final en un mensaje de esperanza. “El artista anónimo” está bien interpretada por actores finlandeses poco conocidos fuera de sus fronteras. Sensible, delicada, con retazos de espiritualidad que vamos descubriendo a través del cuadro, la película es muy agradable de ver por su ritmo sosegado, tan alejado de las producciones comerciales americanas de ritmo vertiginoso.