Hay películas que sobrevuelan el tema del perdedor, seres que están condenados a sentir el fracaso en sus carnes, como el Taxi Driver (1975) de Martin Scorsese, donde la soledad se convierte en un infierno que lleva a la locura. También hay perdedores que intentan salir de ese fracaso, como el Eddie Felson de El buscavidas (1961) de Robert Rossen, una magnífica película donde Paul Newman estuvo genial. No se esperaba una nueva versión de este personaje que se juega en el billar su suerte continuamente, que acoge a una chica (Piper Laurie) en una relación que está destinada al fracaso, pero ocurrió, en 1986 se estrenó El color del dinero dirigida por Martin Scorsese, uno de los directores más impactantes y geniales de las últimas décadas.
La historia de la película comenzó cuando en septiembre de 1984, acabado el rodaje de After Hours y durante su estancia en Londres, Scorsese recibió una carta enviada por Paul Newman en la que le proponía que se incorporase al proyecto de El color del dinero, puesto que Newman había quedado impresionado al ver Toro salvaje (1980) y estaba convencido de que Scorsese era el director apropiado para esa vuelta del personaje de Eddie Felson.
La historia se basaba en la novela de Walter Tevis, el mismo autor de la novela que dio lugar a El buscavidas, lo que parecía claramente una segunda parte de la historia de Felson. El proyecto de El color del dinero llevaba cinco años deambulando por los estudios de Hollywood, le había llegado a la Columbia y a la Twentieth Century Fox sin llegar a materializarse en un proyecto firme. Pero el interés de un hombre poderoso como Paul Newman y de su agente, el famosísimo Mike Ovitz hizo que el proyecto empezara a cobrar vida real. Dos viejos conocidos de Scorsese, Michael Esiner y Jerry Katzemberg, que ya habían querido trabajar con el director en los tiempos en que estuvieron en la Paramount, se embarcaron en el proyecto. Ahora eran altos ejecutivos en la Touchstone Pictures y estaban decididos a llevar a cabo la película como productores.
De la implicación de Newman en el proyecto da prueba el hecho de que tuvo que hipotecar parte de su salario para que Touchstone aceptase el presupuesto de catorce millones de dólares. Además, se le comentó a Scorsese que quedaba prohibido volver a rodar en blanco y negro si quería sacar adelante la película. El rodaje empezó en enero de 1986, cumplido en cuarenta y nueve días y con un ahorro de un millón de dólares. No hubo improvisaciones en la película y el trabajo de Newman y un joven Tom Cruise se preparó dos semanas antes. Para las escenas de billar se contó con un instructor, Michael Sigel y con diversos jugadores profesionales. La película se rodó en diversos billares de Chicago, aunque al principio se pensó en Toronto.
Es importante señalar que no se trata de una secuela porque Scorsese dota de personalidad a su proyecto y lo aleja de la película de Rossen (hay que decir que esta última era magnífica), ya que en El color del dinero Eddie Felson ya no entiende la derrota como un final, sino que sabrá soportar el fracaso, entenderá que es parte de la vida. Si hay algo autodestructivo en el personaje, en la línea de otros protagonistas de Scorsese como Travis, Jimmy Doyle o Jake La Motta, Felson ya se ha redimido. Ha vivido veinticinco años de infierno (hay que recordar que en El buscavidas, Eddie deja el billar cuando le destrozan la mano los hombres del personaje que interpreta George C. Scott). Ahora Eddie busca un sucesor, alguien que pueda ser él con muchos años menos y lo encuentra en el gallito Vincent (muy convincente Tom Cruise en la película) que llega con su novia Carmen (Mary Elizabeth Mastrantonio), Ahora, Eddie es el maestro, al que le importa menos ganar que dejar su huella en el discípulo.

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