TRUFFAUT Y LA HABITACIÓN VERDE
Uno de los cineastas que más han dejado en el cine una impronta poética fue Truffaut, un director que impregnó en las imágenes de sus películas un declarado amor a la vida. En La chambre verte (La habitación verde) (1978), el cineasta francés rinde un homenaje a un gran director que acababa de fallecer, Roberto Rossellini, cuya luz queda impregnada en la mirada de Truffaut, esa forma de contemplar a los personajes, de quererlos, de entenderlos.
La acción transcurre en los años veinte del siglo pasado en una pequeña ciudad del Este de Francia, todavía queda la huella de una Primera Guerra Mundial donde parecen volver miles de muertos que sufrieron y fueron derrotados en la contienda. Julien Davenne es un viudo de cuarenta años que escribe necrológicas en una revista de provincias llamada El Globo. Comparte su casa con su sirvienta y un niño sordomudo que quedó huérfano en la guerra. Al niño le proyecta imágenes sórdidas de la guerra a través de las placas de una linterna mágica. Podemos recordar viendo la relación entre Julien y el niño la que sustentaba El pequeño salvaje, otra película de Truffaut, de afán pedagógico, que se centra en las enseñanzas de Rousseau.